Somiedo y Babia: Villar de Vildas

Ruta realizada el Lunes 14/06/2004

Dificultad Física
Dificultad Técnica
4.6 km
443 m
369 Km Distancia Madrid
0h04'
0h04'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Pepe

Mas detalle ruta

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Lunes

Un espectáculo de color verde

Nos levantamos solos en el hostal, todo para nosotros, excepto los desayunos claro, pues nos tenemos que ir a otro bar del pueblo para tomar un café.

Hoy toca senderismo y nos lo tomamos con calma de hecho, ya tuvimos ayer un buen aperitivo. Vamos a hacer una de las rutas típicas del paisaje de esta comarca. El valle de Villar de Vildas. Hay que bajar en coche hasta el fondo de nuestro valle, para luego remontar por el lado opuesto de la sierra y llegar prácticamente al otro lado del monte que tenemos en Pola. Había una opción alternativa, con menos coche, cruzando por La Peral, pero nos hubiéramos perdido la parte más típica del valle.

Ya redicho que vamos tranquilos, así que no es de extrañar que estemos aparcando el coche a eso de las 10h. para empezar nuestra ruta.

Desde el principio se nota que es un camino muy turístico, perfectamente preparado para que las hordas de visitantes lo recorran sin dudas ni dificultades, todas aborregadas por la misma pista, pero como hoy es lunes, lo tenemos para nosotros solos.

A la salida del pueblo vemos una pareja de bueyes, con un macho de esos de estampa, de los que deben quedar pocos. No me creo que todo el chuletón de buey que se come en Madrid venga de animales de este porte ¡no los hay! También pasamos junto a una escena familiar típica, tres generaciones juntas segando un prado de heno a guadaña, un prado muy inclinado, como debe ser en esta zona.

Ascendemos despacito por el valle y vamos disfrutando de una postal más de la comarca. A Félix se le va calentando el dedo sobre la cámara y quiere llevarse recuerdo de todo, así que si cuando veáis las fotos tenéis la sensación de que los paisajes están repetidos, ya sabéis que son los del lunes por la mañana. Hay alguno de los ejemplares de acebo más grandes de la zona y el río, que va quedando al fondo, parece la casa de Heidi en verano.

Braña de La Ponarcal.

Andando, andando, nos situamos en la Ponarcal, que es uno de los ejemplos de braña mejor conservados. Parece la aldea de Asterix. Ahora es un buen momento para apuntar aquí que la braña es un conjunto de teitos o teitus y que los teitos son construcciones de planta rectangular y techo de brezo (eso ya lo he dicho antes), que la reposición o arreglo del tejado se llama teitar y el pastor, que es el habitante de estas construcciones durante el verano, se llama brañeiro. En el interior tienen dos plantas, la inferior es para el ganado (las vacas suben mal por la escalera de mano) y el altillo para almacén y dormitorio del pastor. A la puerta pueden tener un pequeño porche y un poyo para sentarse; pero bueno, eso ya lo veis en las fotos.

Pues bien, después de enredar un rato en La Ponarcal seguimos subiendo hasta donde el valle gira a la izquierda. Pasamos entre un rebaño de vacas con sus terneros. Félix se encarga del perro y yo de las vacas, que cada uno tenemos nuestras manías.

Poco más y nos damos la vuelta, que esto ya está visto y hay que volver para la comida. En la bajada también tiramos muchas fotos y es que la perspectiva es otra. Nos presentamos en el pueblo a eso de las tres buscando donde comer. Hay un par de establecimientos, pero están cerrados. Ni es día, ni son horas de andar importunando.

Verde que te quiero verde

Nos enrollamos un poco con una vieja que tiene montada una tienda de chuminadas en madera en su garaje. Para comprar hay que esperar que llegue el chaval, que es el que conoce los precios: caros. Por fin aparece el individuo que ya no cumplirá los 50 y compro una chorrada para mi hijo.

Nos vamos echando hostias, a ver donde comemos algo. Un par de intentos baldíos por el camino para recabar en Pola, casi ya para merendar. Comemos de todas formas y nos vamos a dormir la siesta.

empinadísima que nos hace sudar un rato. Félix está un poco vago y tengo que ir tirando de él, Esta mañana también decía de volvernos antes que yo. No se si se está haciendo viejo o es que yo no le pongo.

Lo que debía ser una cabezada se convierte en una siesta de más de dos horas. Nos levantamos a las 19:30h. Aun así, no renunciamos y nos vamos echando leches al Coto de Buenamadre, próximo a Pola. Desde aquí sale una pista que se interna en zig-zag en un área de uso restringido. El paseo de la tarde transcurre por un bosque de hayas, sobre una pista

Llegamos a una fuente con abrevadero donde descansamos un poco y damos la vuelta. No hemos coronado, pero falta ya muy poco y la vegetación empieza a clarear. Ahora, cuando lo escribo mirando el mapa, me arrepiento de no haber llegado hasta arriba, pues parece que hay un pequeño poblado o unas cárcavas, que siempre es interesante cotillear ¡quizá fuera allí donde nos esperaba el oso para hacerse la foto con nosotros!

De vuelta en el pueblo nos vamos a cenar donde el camarero cubano, que nos pone un menú de esos que se te sale por las orejas. Damos buena cuenta de las viandas y nos vamos a dormir, que una siesta bien entendida no tiene por qué dificultar la pernocta.

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